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Entrevista:




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 Sobre: Antonio Gramsci y su obra “Los Intelectuales y la Organización de la Cultura”
Martes 29 de julio de 2008,
 por Romina Soledad Bada
Para comenzar
El pensamiento gramsciano puede fragmentarse en tres períodos íntimamente relacionados a sus vicisitudes políticas y personales. El primero (1916-1921) se caracteriza por su participación activa y militante del Partido Socialista en Turín, en la organización del movimiento de los consejos de fábricas, producto de la expansión de leninismo en Italia. Aislado de apoyos sociales y nacionales, dicho movimiento fue derrotado primero por la represión de los gobiernos centristas y luego por el ascenso de la contrarrevolución fascista con Mussolini.
La segunda etapa, comienza en 1921 y se extiende hasta 1926. En 1921, Gramsci y sus compañeros de Turín fundan el Partido Comunista Italiano. Luego de una crisis en la dirección del partido, Gramsci se convierte en su organizador y teórico más importante, realizando una intensa labor publicística y política que culmina en 1925 con las “Tesis de Lyon” (Informe que presenta al Tercer Congreso de su partido).
En la tercera etapa (1926 - hasta su muerte), el 8 de noviembre de 1926 es detenido por la policía fascista y condenado a más de veinte años de prisión. Desde este ámbito, se vuelca a un plan de trabajo intelectual, llegando a redactar 33 cuadernos, que tras su muerte serán enviados clandestinamente a Moscú y retornan a Italia al término de la Segunda Guerra Mundial. Entre las obras producidas durante esta etapa se destacan: Los intelectuales y la organización de la cultura, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce y Notas sobre Maquiavelo.
Teniendo en cuenta esta pequeña reseña, se platea como objetivo analizar algunos aspectos importantes de la obra de Gramsci “Los intelectuales y la organización de la cultura” que no es más que una compilación de notas escritas durante la etapa carcelaria que fueron posteriormente organizadas y recopiladas para dar lugar a la obra como tal.
Aspectos centrales de la obra Gramsciana
Gramsci en dicha obra da cuenta de la imposibilidad de construir una sociedad socialista sin que previamente se haya alcanzado un consenso o hegemonía de la mayor parte de la población. Este consenso se logra interviniendo en el campo de la cultura para adquirir la hegemonía moral e intelectual de la estructura emergente.
Comienza realizando una interpretación del concepto marxista de superestructura para llevarla a una posición de comprensión en el funcionamiento de las sociedades. El término de hegemonía está ligado a la distinción y a la vez, interrelación, entre sociedad política (Estado) y sociedad civil. El Estado no se reduce solo a sus aspectos coercitivos (como lo plantea Stalin) sino que comprende el conjunto de procesos que se desarrollan en la sociedad civil, las fuerzas espontáneas y creadoras que nacen de la práctica social del pueblo, de los trabajadores. La sociedad civil conforma la esfera ideológica del Estado.
Él toma de Marx la idea de hegemonía en la sociedad civil y la convierte en el foco central de su análisis definiéndolo como el predominio ideológico de valores y normas burguesas sobre las clases subalternas. Si para Marx la sociedad civil es la estructura (relación de producción), para Gramsci la sociedad civil es también superestructura, siendo un elemento relevante en el desarrollo histórico, es el conjunto de las relaciones culturales e ideológicas de la vida intelectual y la manifestación política de aquellas relaciones. Claro está que es ese conjunto y no la estructura el aspecto central del análisis gramsciano. La superestructura (hegemonía y su extensión al aparato del Estado) está unida a las relaciones de producción. Se enfatiza en la relación dialéctica entre superestructura y estructura. Así, la idea de hegemonía y el Estado surgen desde el origen natural de la burguesía como clase ideológicamente dominante y desde su posición de poder económico en el marco de la sociedad capitalista.
Gramsci ubica el control de la conciencia (pensamiento del hombre) en un área de lucha política tan importante como el control de las fuerzas de producción. El Estado como instrumento de dominación burguesa (parte constitutiva de la sociedad civil) está vinculado a la lucha por la conciencia, es partícipe esencial de esta lucha. ¿Esto que significa? que el desarrollo burgués no es simplemente desempeñado a través del desarrollo de las fuerzas de producción, sino que también es a través de la hegemonía en la lucha por la conciencia. El Estado indudablemente está vinculado a esta dimensión. Argumenta Gramsci que la burguesía para controlar el dominio de la conciencia buscará al Estado como principal instrumento de dominación; De otra manera, las fuerzas coercitivas permanecerán en retaguardia, actuando como sistema de presión pero no como coerción abierta.
Se da, entonces, una lucha por el control de la hegemonía entre las clases dominantes y dominadas. ¿Cuál es el camino para superarlas?. Gramsci plantea tres conceptos para brindar la posibilidad del cambio: crisis de hegemonía, guerra de posición y el papel de los intelectuales.
Él explica que hay periodos en la historia en los cuales las clases dominantes pierden el control hegemónico. En dichos momentos aquellos elementos de la sociedad (que están menos sujetos a la presión de la opinión pública), aumenta su poder y hegemonía. Es decir, que esas crisis suceden porque son el resultado de actos impopulares de las clases dominantes (a través del Estado) o por el aumento del activismo o militancia política de las masas anteriormente pasivas. En cualquier caso, le sigue una crisis de autoridad y a esto Gramsci lo denomina “crisis de hegemonía”.
Con respecto a la “guerra de posición” se basa en la idea de cercar el aparato del Estado con una contra-hegemonía, es decir, una hegemonía creada por las organizaciones de la clase trabajadora y por el desarrollo de las instituciones y de la cultura de dicha clase. Un determinado grupo social (cualquiera) puede y debe ejercer su lideranza (ser hegemónico) antes de conseguir el poder gubernamental (condiciones para ganar el poder).
Teniendo en cuenta esto, se puede observar que la base de la estrategia de Gramsci no es la confrontación de los trabajadores con el Estado, sino establecer la organización de la clase trabajadora como fundamento de una nueva cultura, normas y valores de una nueva sociedad. Esa hegemonía proletaria confrontará con la hegemonía burguesa en una guerra de posiciones moviéndose para adelante y para atrás en una lucha ideológica por la conciencia de la clase trabajadora, hasta que la nueva superestructura hubiese cercado a la antigua, incluyendo el aparato del Estado.
El papel de los intelectuales en la obra de Gramsci
El papel de los intelectuales es importante tanto para la construcción de la hegemonía como para la contra-hegemonía. Él define dos tipos de intelectuales: el intelectual profesional tradicional y el orgánico. La mayor parte de los intelectuales son orgánicos a la clase dominante, tienen origen en esa clase y ayudan en la dirección de las ideas y aspiraciones de la clase a la cual pertenecen. Las clases dominantes penetran en las clases subordinadas para obtener otros intelectuales que den la homogeneidad y legitimidad al grupo dominante, para crear una ideología que trascienda a las clases. Esos intelectuales captados de la clase trabajadora cesan de ser orgánicamente ligados a su clase de origen y se transforman en agentes de la burguesía.
A partir de esta posición sobre los intelectuales se puede comprender la postura gramsciana respecto a la educación. Para este autor el papel del sistema educativo burgués es desarrollar precisamente intelectuales “orgánicos” de su misma clase e infiltrarse en las clases populares para obtener un contingente adicional de intelectuales que den homogeneidad y autoconciencia al grupo dominante. Pero hay que tener en cuenta (me parece) que la escolarización que recibe los grupos subordinados es claramente diferencial a la burguesa. Es decir, que el sistema educativo tiene por base la división por clase social, a despecho de la impresión que da de ser democrático.
Se percibe entonces que Gramsci reconoce que la escolarización proporcionada por el Estado tiene una estructura clasista, siendo parte del aparato ideológico del Estado burgués y un factor contribuyente a la hegemonía burguesa.
A diferencia de Lenin, Gramsci no acepta que la educación proporcionada por el Estado tuviese poca importancia en los esquemas de dominación burguesa. Él observó que el tipo de conocimiento enseñado y las relaciones profesor-alumno en la escuela eran cruciales para la formación de intelectuales y la permanencia de la hegemonía burguesa. En consecuencia, las escuelas públicas eran importantes para mantener las relaciones de poder, como así también para generar el desarrollo de una contra-hegemonía.
Ahora bien, una vez establecida la hegemonía proletaria, la escuela (como parte del aparato del Estado burgués), debería ser parte de la parcela de una cultura social con normas, valores y relaciones que rompiesen con los valores y normas burgueses vigentes. Esto implica que la escuela proletaria debería reflexionar sobre la base de una sociedad participativa e incentivar a los profesores a promover esos valores y conocimientos al servicio de toda la sociedad.
Finalmente ¿a qué apunta el intelectual orgánico? Gramsci responde “[…] a buscar la relación entre la organización y las masas como una relación entre educadores y educados, que se invierte dinámicamente al papel de los intelectuales -en el seno del intelectual orgánico, la conquista y transformación de los aparatos del Estado- para crear las condiciones de esa nueva hegemonía y la transformación de la sociedad civil” (Gramsci, 2000: 122).
El problema de la organización de los trabajadores cruza todo su pensamiento. La organización no se plantea como elemento de reclutamiento y selección sino como el príncipe moderno, el intelectual orgánico, una organización a través de la cual los trabajadores ponen en pie su propia organización. Esto muestra que Gramsci revaloriza el papel del Partido, de los sindicatos y construye el concepto de alianzas destinadas a establecer las nuevas formas de hegemonía.
El cambio revolucionario solo puede darse si se lucha por la hegemonía social y cultural. Esta hegemonía se desarrolla cuando las clases oprimidas despliegan su propia concepción del mundo y obtiene por ello un consenso activo de otras clases y capas sociales. Así, la revolución se prepara como cambio estructural violento cuando los trabajadores organizados trascienden su lugar y se transforman en clase nacional asumiendo la dirección política. El aspecto fundamental de Gramsci se encuentra en su reflexión sobre la necesidad, que es a la vez exigencia, de que el movimiento de los trabajadores despliegue su propia conciencia de una nueva humanidad y cultura.
Reflexiones finales
En esta obra Gramsci realiza una argumentación en torno al rol histórico que le cabe a los intelectuales en todas las sociedades, ya sean orgánicos o no a la clase dominante. La premisa fundamental del autor es precisamente que los intelectuales deben ser analizados no a partir de una condición per se sino mas bien a través de la función social que desempeñan según su situación de clase. En este sentido, “todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales” (Gramsci, 2000:13). Respecto al nivel de “organicidad” que hay entre los diversos estratos intelectuales en vinculación con la clase social fundamental, Gramsci clasifica dos planos superestructurales: de la “sociedad civil”, formado por el conjunto de organismos privados, y el de la “sociedad política o Estado”. Los intelectuales son los empleados del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemonía social y el gobierno político, es decir, para el consenso y para asegurar la legitimidad del aparato de coerción estatal.
Como se puede observar, el pensamiento de Antonio Gramsci está fuertemente influenciado por el Materialismo Histórico que basa su análisis en las relaciones de producción como marco para la interpretación de los procesos históricos. La cultura y la conciencia son elementos centrales en la obra gramsciana, que sigue siendo el trasfondo común al pensamiento de Marx, Lenin y Trostky.
Bibliografía
- Gramsci, Antonio (2000). Los intelectuales y la organización de la cultura. Ed. Nueva Visión. Buenos Aires, Argentina. 6° edición.
- Di Tella, Torcuato. (2001). Diccionario de ciencias sociales y políticas. Buenos Aires. Emecé Editores.